"Lupam sitientem ex montibus, qui circa sunt, ad puerilem vagitum cursum flexisse; eam summissas infantibus adeo mitem praebuisse mammas". (Una loba sedienta de los montes cercanos se desvió hacia el llanto de los niños y, con mansedumbre, se inclinó sobre ellos y les ofreció sus mamas). Esta es la maravillosa (pero increíble) descripción de Tito Livio (59 a.C. a 17 d. C.) en su Ab Urbe Condita (Historia de Roma desde su fundación, 1:4). Increíble, porque la composición de la leche de cánidos es tan diferente de la de mujer, que los niños hubiesen fallecido en pocos días. El mismo Tito Livio no concede veracidad a lo que acaba de contar, pues unas líneas más abajo, opina que la leyenda puede deberse al oficio de la mujer del pastor que recogió a los niños (meretriz en un lupanar, una "loba", como decían los pastores). Este objeto lo presentamos también en la sección No-lactancia. |