Muerte y Lactancia. Difunta Correa, San Juan. Sello Argentina 2004
Madre lactante. Lactancia despues de la muerte. Difunta Correa, difuntita. San Juan, Sanjuan. Serie Leyendas y tradiciones populares.
Dimensiones: 34 x 44 mm.
Hacia 1840, en Caucete, provincia de Sanjuán, en el noroeste argentino, vivía María Antonia Deolinda Correa, joven mujer felizmente casada y con un hijo de pocos meses al que amamantaba. Su marido, pese a estar enfermo, fue reclutado a la fuerza por tropas montoneras de la guerra civil. Angustiada de no tener noticias de él, Deolinda partió con su hijo a buscarlo hacia La Rioja por el desierto de San Juan. En el cerro de Vallecito se le acabaron el agua y las fuerzas, y falleció. Unos días después unos arrieros la descubrieron muerta, mientras que su niño había sobrevivido mamando del pecho de la madre muerta.
Pese a que no hay ninguna prueba documental de estos hechos relativamente recientes, se ha erigido un santuario en honor a la “Difunta Correa” o “Difuntita Correa” con múltiples capillas en el cerro de Vallecito, siendo millares de peregrinos los que lo visitan para dejar exvotos y pedir favores, entre ellos, las madres y embarazadas, el de tener buena leche. Su culto, no reconocido por la Iglesia Católica, se ha extendido por Argentina y Uruguay. Muchos camioneros dejan botellas de agua en los caminos para que a nadie le vuelva a pasar lo que a Deolinda.
Hacia 1840, en Caucete, provincia de Sanjuán, en el noroeste argentino, vivía María Antonia Deolinda Correa, joven mujer felizmente casada y con un hijo de pocos meses al que amamantaba. Su marido, pese a estar enfermo, fue reclutado a la fuerza por tropas montoneras de la guerra civil. Angustiada de no tener noticias de él, Deolinda partió con su hijo a buscarlo hacia La Rioja por el desierto de San Juan. En el cerro de Vallecito se le acabaron el agua y las fuerzas, y falleció. Unos días después unos arrieros la descubrieron muerta, mientras que su niño había sobrevivido mamando del pecho de la madre muerta.
Pese a que no hay ninguna prueba documental de estos hechos relativamente recientes, se ha erigido un santuario en honor a la “Difunta Correa” o “Difuntita Correa” con múltiples capillas en el cerro de Vallecito, siendo millares de peregrinos los que lo visitan para dejar exvotos y pedir favores, entre ellos, las madres y embarazadas, el de tener buena leche. Su culto, no reconocido por la Iglesia Católica, se ha extendido por Argentina y Uruguay. Muchos camioneros dejan botellas de agua en los caminos para que a nadie le vuelva a pasar lo que a Deolinda.