Madre lactante. Alimentación con leche de animales. Loba; Rómulo, Remo. Grigorescu-Gaspé. Billete bancario, Rumanía 1947
Billete 5 millones lei, Mujer amamantando. Loba capitolina amamantando a Romulo y Remo, Tito Livio. Ilustraciones Nicolae Grigorescu, grabado E. Gaspé.
Dimensiones: 104 x 216 mm
Billete de 5 millones de lei de 1947 en pleno periodo inflacionista por las calamidades de la guerra. Reproduce el billete de 1941 de 1000 lei. Pinturas del pintor rumano Nicolae Grigorescu (Pitaru, 1838 – Cîmpina, 1907), pintor influenciado por la escuela francesa de Barbizon. En el anverso escenas de labores campestres con mujeres y niños, una de ellas haciendo una pausa en la siega para amamantar. Grabado por E. Gaspé.
En el centro del anverso, la loba capitolina.
Lupam sitientem ex montibus, qui circa sunt, ad puerilem vagitum cursum flexisse; eam summissas infantibus adeo mitem praebuisse mammas. (Una loba sedienta de los montes cercanos se desvió hacia el llanto de los niños y, con mansedumbre, se inclinó sobre ellos y les ofreció sus mamas).
Esta es la maravillosa (pero increíble) descripción de Tito Livio (59 a.C. a 17 d. C.) en su Ab Urbe Condita (Historia de Roma desde su fundación, 1:4).
Increíble, porque la composición de la leche de cánidos es tan diferente de la de mujer, que los niños hubiesen fallecido en pocos días.
El mismo Tito Livio no concede veracidad a lo que acaba de contar, pues unas líneas más abajo, opina que la leyenda puede deberse al oficio de la mujer del pastor que recogió a los niños (meretriz, prostituta en un lupanar, una “loba”, como decían los pastores).
Billete de 5 millones de lei de 1947 en pleno periodo inflacionista por las calamidades de la guerra. Reproduce el billete de 1941 de 1000 lei. Pinturas del pintor rumano Nicolae Grigorescu (Pitaru, 1838 – Cîmpina, 1907), pintor influenciado por la escuela francesa de Barbizon. En el anverso escenas de labores campestres con mujeres y niños, una de ellas haciendo una pausa en la siega para amamantar. Grabado por E. Gaspé.
En el centro del anverso, la loba capitolina.
Lupam sitientem ex montibus, qui circa sunt, ad puerilem vagitum cursum flexisse; eam summissas infantibus adeo mitem praebuisse mammas. (Una loba sedienta de los montes cercanos se desvió hacia el llanto de los niños y, con mansedumbre, se inclinó sobre ellos y les ofreció sus mamas).
Esta es la maravillosa (pero increíble) descripción de Tito Livio (59 a.C. a 17 d. C.) en su Ab Urbe Condita (Historia de Roma desde su fundación, 1:4).
Increíble, porque la composición de la leche de cánidos es tan diferente de la de mujer, que los niños hubiesen fallecido en pocos días.
El mismo Tito Livio no concede veracidad a lo que acaba de contar, pues unas líneas más abajo, opina que la leyenda puede deberse al oficio de la mujer del pastor que recogió a los niños (meretriz, prostituta en un lupanar, una “loba”, como decían los pastores).