Chiva criandera, Cabra. Postal (1), Cuba 1900-1910
Abmessungen: 86 x 139 mm
En Cuba hubo toda una antigua tradición de entrenar cabras (chivas) como amas de cría para amamantar a niños pequeños; se les llamaba chivas crianderas.
Eliza Mc Hatton-Ripley huyó con su familia y dos esclavos, de la guerra civil de USA, viviendo en Matanzas (Cuba) entre 1965 y 1975 en el ingenio azucarero “Desengaño”; en su libro “De bandera a bandera” (1869) escribe:
"Visitando a una familia de nuestra vecindad, el bebé lloraba; inmediatamente entraba una cabra en la habitación, se echaba en el piso en posición conveniente para que el crío obtuviese su alimento, y el bebé aprovechaba la ocasión con tanta avidez como lo hubiera hecho de su propia madre. La cabra, después de haber cumplido su deber maternal, se separaba con cuidado del niño y desaparecía. Una cabra tan bien enseñada es objeto de gran estimación, y pasaba de una familia a otra como criandera mensual”.
La leche de cabra, tenida popularmente como más digestiva que la de vaca, es tan diferente o más que ella de la de mujer, pues su composición centesimal de proteínas, grasa, lactosa y minerales es de 3,4 – 4,5 – 4,3 – 0,8 (leche de vaca: 3,4 – 3,7 – 5 – 0,7; leche de mujer 1,1 – 4,2 – 7 – 0,2). Debido al mayor contenido (3 a 4 veces más) de proteínas y minerales (sodio y potasio sobre todo) son leches, las de cabra y vaca que no son toleradas por lactantes menores de 4 a 6 meses, que pueden fallecer deshidratados en pocas semanas.
En Cuba hubo toda una antigua tradición de entrenar cabras (chivas) como amas de cría para amamantar a niños pequeños; se les llamaba chivas crianderas.
Eliza Mc Hatton-Ripley huyó con su familia y dos esclavos, de la guerra civil de USA, viviendo en Matanzas (Cuba) entre 1965 y 1975 en el ingenio azucarero “Desengaño”; en su libro “De bandera a bandera” (1869) escribe:
"Visitando a una familia de nuestra vecindad, el bebé lloraba; inmediatamente entraba una cabra en la habitación, se echaba en el piso en posición conveniente para que el crío obtuviese su alimento, y el bebé aprovechaba la ocasión con tanta avidez como lo hubiera hecho de su propia madre. La cabra, después de haber cumplido su deber maternal, se separaba con cuidado del niño y desaparecía. Una cabra tan bien enseñada es objeto de gran estimación, y pasaba de una familia a otra como criandera mensual”.
La leche de cabra, tenida popularmente como más digestiva que la de vaca, es tan diferente o más que ella de la de mujer, pues su composición centesimal de proteínas, grasa, lactosa y minerales es de 3,4 – 4,5 – 4,3 – 0,8 (leche de vaca: 3,4 – 3,7 – 5 – 0,7; leche de mujer 1,1 – 4,2 – 7 – 0,2). Debido al mayor contenido (3 a 4 veces más) de proteínas y minerales (sodio y potasio sobre todo) son leches, las de cabra y vaca que no son toleradas por lactantes menores de 4 a 6 meses, que pueden fallecer deshidratados en pocas semanas.