Allattamento al seno. Tiralatte Samex Francia 1900-1950
Sacaleches atmosferico tipo "pera".
Dimensioni: 125 x 65 mm
Los sacaleches son conocidos desde muy antiguo. Se han empleado para aliviar la ingurgitación que se puede producir en el pecho (sobre todo entre mujeres que no amamantaban, dejando a sus hijos al cuidado de nodrizas) y también para extraer leche a administrar posteriormente a bebés con problemas para cogerse bien al pecho (malformaciones de la boca, y niños muy pequeños o prematuros).
Con las posibilidades actuales de conservación prolongada de la leche materna por medio de la refrigeración y congelación, a estos usos se añade, el de conseguir una provisión de leche, sea para uso propio, sea para almacenar en bancos de leche.
Todos los sacaleches funcionan provocando una presión negativa sobre los 10 a 20 conductos galactóforos que se abren en el pezón, consiguiendo la extracción de leche por succión; por ello son llamados sacaleches “atmosféricos”.
Los primeros sacaleches eran vasijas de barro, cerámica o vidrio con dos orificios: uno ancho para poner sobre el pezón-areola y otro fino, por el que la propia madre succionaba por la boca. También las ventosas sirvieron de sacaleches: Ambroise Paré describe cómo vasijas de vidrio precalentadas aplicadas sobre el pecho extraen leche al enfriarse y disminuir el volumen del aire en su interior. Desde principios del siglo XX, con la invención del caucho, aparecen los primeros sacaleches atmosféricos “de pera”, en los que una pelota de este material se encarga de producir la presión negativa. La campana que se aplica sobre el pecho, y el pequeño reservorio para la leche se fabricaban primero en cristal y luego en plástico. Su uso no es aconsejable por las dificultades de limpieza que pueden producir infecciones en el bebé o en el pecho y por poder dañar el pezón.
Actualmente hay modelos de pistón, palanca o eléctricos, bien diseñados para poder ser limpiados sin peligro para la salud.
El presente modelo, “de pera”, de origen francés, de la casa Samex, es regalo de Laureline Dollfus, estudiante de Comercio que vino en julio de 2006 a realizar aprendizaje de español (y de lactancia materna).
Los sacaleches son conocidos desde muy antiguo. Se han empleado para aliviar la ingurgitación que se puede producir en el pecho (sobre todo entre mujeres que no amamantaban, dejando a sus hijos al cuidado de nodrizas) y también para extraer leche a administrar posteriormente a bebés con problemas para cogerse bien al pecho (malformaciones de la boca, y niños muy pequeños o prematuros).
Con las posibilidades actuales de conservación prolongada de la leche materna por medio de la refrigeración y congelación, a estos usos se añade, el de conseguir una provisión de leche, sea para uso propio, sea para almacenar en bancos de leche.
Todos los sacaleches funcionan provocando una presión negativa sobre los 10 a 20 conductos galactóforos que se abren en el pezón, consiguiendo la extracción de leche por succión; por ello son llamados sacaleches “atmosféricos”.
Los primeros sacaleches eran vasijas de barro, cerámica o vidrio con dos orificios: uno ancho para poner sobre el pezón-areola y otro fino, por el que la propia madre succionaba por la boca. También las ventosas sirvieron de sacaleches: Ambroise Paré describe cómo vasijas de vidrio precalentadas aplicadas sobre el pecho extraen leche al enfriarse y disminuir el volumen del aire en su interior. Desde principios del siglo XX, con la invención del caucho, aparecen los primeros sacaleches atmosféricos “de pera”, en los que una pelota de este material se encarga de producir la presión negativa. La campana que se aplica sobre el pecho, y el pequeño reservorio para la leche se fabricaban primero en cristal y luego en plástico. Su uso no es aconsejable por las dificultades de limpieza que pueden producir infecciones en el bebé o en el pecho y por poder dañar el pezón.
Actualmente hay modelos de pistón, palanca o eléctricos, bien diseñados para poder ser limpiados sin peligro para la salud.
El presente modelo, “de pera”, de origen francés, de la casa Samex, es regalo de Laureline Dollfus, estudiante de Comercio que vino en julio de 2006 a realizar aprendizaje de español (y de lactancia materna).